Cedió la gerencia del hotel Portillo a su hijo dos décadas atrás y, sin embargo, a los 90 años,
Henry Purcell permanece involucrado en la operación diaria, liderando con la misma pasión
que lo llevó a transformar este lugar en un refugio familiar en los Andes. Firme en su deseo de
mantener intacta su esencia, ha resistido las presiones de expansión y modernización,
apostando por detener ahí el tiempo.